Por: Dra. Dorismilda Flores-Márquez
Los movimientos sociales no nacen en el vacío, sino como respuesta ante las injusticias sociales, políticas, económicas y más. Las personas se vuelven activistas porque han sido víctimas de una injusticia, o bien, porque han sido testigos de una y buscan solidarizarse con quienes la sufren. El movimiento feminista pone en evidencia la opresión hacia las mujeres, que se traduce en desigualdades de género en todos los ámbitos y en violencias que se han agudizado con los años. Algunas autoras sitúan el origen en el siglo XVIII, en el marco de la Ilustración (Varela, 2021), pero estas luchas han sido más evidentes en el siglo XX y lo que va del XXI.
Aunque hemos avanzado en derechos en todo este tiempo, no se ha logrado emparejar el terreno. El informe El Progreso en el Cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: Panorama de Género 2024, de ONU Mujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, revisa los indicadores sobre igualdad de género en relación con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En esta edición señalan que persisten las desigualdades que afectan a las mujeres y las niñas en todo el mundo. Por ejemplo, 26.7% de las mujeres adultas experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave; una de cada ocho mujeres de 15 a 49 años experimentó violencia sexual o física por parte de su pareja; las mujeres destinaron 2.5 veces más horas por día al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en comparación con los hombres; las mujeres ocuparon sólo uno de cada cuatro escaños parlamentarios y uno de cada tres puestos en los gobiernos locales. No hablamos de hace décadas, sino de 2023.
Si no hemos vivido estas u otras injusticias es porque estamos en una condición de privilegio. Este 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, es fundamental reconocer que los privilegios de unas no son la realidad de todas, que los derechos que tenemos no son producto del esfuerzo individual sino de la lucha colectiva de varias generaciones de mujeres y, como decía un cartel que vi alguna vez en una marcha del 8M: “que el privilegio no te nuble la empatía”. El activismo feminista será necesario mientras las desigualdades de género persistan.