Por Eunice Mendoza
Un semáforo con luz roja de larga duración que molesta a todos los automovilistas, puede ser una gran oportunidad para hacer negocios.
En medio del tráfico y el ruido del claxon, Daniel Piceno lanzó al mercado su producto innovador estrella: el lápiz ecológico que se planta.
De coche en coche y toreando autos, aprovechaba los momentos de la luz roja para vender lápices hechos con papel periódico reciclado.
En segundos, tenía que llamar la atención de los conductores enfadados y convencerlos de comprar lápices.
“En la compra de un lápiz sustentable que se planta, te regalo una plantita de jitomate cherry”. Con este speech de venta, Daniel Piceno inició las primeras ventas de su mercancía y a la vez hacía conciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente.
Fueron días angustia. “Era muy pesado, mucho sol, muy difícil, pero tenía que poner la muestra”.
Daniel Piceno no se dio por vencido.
Luego de siete años en el mercado, el emprendimiento del guanajuatense se ha consolidado.
Los lápices ecológicos de la marca Küil se venden en cadenas nacionales como Sanborns y se están haciendo negociaciones con Lumen; en ferias regionales y en su página oficial.
Recientemente, Marcus Dantus, uno de los empresarios mexicanos del programa Shark Tank, se asoció con el joven Daniel Piceno para impulsar y expandir la marca.
Küil, que significa escritura en náhuatl, es una empresa de economía verde que cumple con las 3R´s (Reducir, Reutilizar y Reciclar). Al reutilizar papel periódico reciclado, de inmediato hay un impacto positivo al medio ambiente: se deja de generar basura y se disminuye la tala de árboles.
La marca Küil ofrece lápices con goma de borrar, lápices que se plantan con semillas en la tapa, plumas, colores y la colección artística con temáticas mexicanas.
Para las empresas, Küil diseña lápices personalizados que regalan como souvenirs.
Daniel Piceno, el joven empresario que ya se prepara en COFOCE para exportar, tiene dos palabras claves que ha aplicado en este proceso de emprendimiento: la repetición y la disciplina.
Al principio sus lápices parecían “churros”, me contó Daniel con una sonrisa. “Parecían todo menos lápices”. Después de dos años de pruebas e intentos, repetición y disciplina, logró el lápiz ecológico que hoy pinta bastante bien.