Ikebana es un antiguo arte que emerge de un respeto hacia la naturaleza, profundamente arraigado en la cultura japonesa.
Por Larissa Torres
Este arte floral japonés proviene de una antigua tradición en la que se le ofrecían ofrendas a Buda. En un principio era usado como ofrenda floral en el altar de Buda, modo en que los japoneses expresaban su amor y respeto hacia el mismo y hacia sus difuntos.
Tuvo su origen hace más de 500 años en China. Se extendió a Japón, donde aparecieron nuevas escuelas, tradiciones y estilos.
Esta disciplina está basada en una forma de vivir en comunicación con la naturaleza. Se trata de la composición de motivos decorativos mediante flores, ramas, hojas, frutos y semillas.
Además de su propósito estético, también se utiliza como método de meditación, ya que está conectado con el flujo de las estaciones y los ciclos de la vida.
Aunque es una expresión creativa, tiene ciertas reglas que rigen su forma. Dos de las principales reglas es que todos los elementos utilizados en la creación del arreglo deben ser de origen orgánico y el silencio absoluto es fundamental. Los japoneses que lo practican creen que cada arreglo debe construirse con paciencia y en silencio, ya que es un tiempo para apreciar los detalles de la naturaleza.
Es un arte efímero ya que dura pocos días antes de marchitarse, por lo tanto, expresa la transitoriedad de los estados por los que atraviesa la vida de los seres vivos.
- Sus orígenes religiosos y su profunda relación con el ciclo natural de nacer, crecer, morir y renacer, pueden dar al ikebana una profunda resonancia espiritual.
- Aunque la mayoría de las ocasiones se usa como un hobby, es todo un ritual de meditación que ayuda a reconectar mente, cuerpo y alma.
- Más que poner flores en un recipiente, el ikebana es un arte disciplinado en el que la naturaleza y la humanidad se unen. Expresa respeto y armonía hacia la naturaleza.