La técnica creada por el artista Servín en la cerámica, es reconocida y valorada en Japón a donde exporta la mayoría de su producción
Por Eunice Mendoza
Un taller de cerámica ubicado en el pueblo de Tarandacuao, al sur de Guanajuato, es un auténtico centro turístico muy atractivo para los japoneses que viven en el Bajío.
Los fines de semana, los japoneses aprovechan para viajar durante 3 horas por la carretera León-Salamanca-Celaya-Apaseo el Alto-Jerécuaro hasta llegar a Tarandacuao, casi en el límite del estado de Michoacán.
El taller se encuentra en La Purísima, una pequeña comunidad rural con más de 500 habitantes. Todos ceramistas. Hasta ahí llegan los japoneses atraídos por el arte de Javier Servín, artesano guanajuatense reconocido por su técnica y su calidad.
La cerámica es muy valorada en Japón. Y los japoneses locales han encontrado mucho valor en las piezas de Servín. Lo han llevado a la internacionalización. Hoy día, Japón es el fan número del ceramista guanajuatense de Tarandacuao.
El 50 por ciento de su producción (hecha a mano) se exporta y el mayor comprador es Japón, a través de prestigiosas compañías que hacen pedidos exclusivos.
En el taller de Tarandacuao, se trabajan las piezas de alta calidad cumpliendo con las exigencias de los japoneses, sus principales clientes.
Las piezas de Servín han estado en las ceremonias de té más emblemáticas de Japón, han sido regalos para la familia del Emperador, y son exclusivas decoraciones para los japoneses amantes de la cerámica.
“Estamos muy contentos de recibir a los japoneses. Valoran mucho nuestro trabajo y nos platican que en Japón somos muy famosos”, platicó con una leve sonrisa el señor Javier Servín, durante la entrevista con Kokó México.
“Ellos son muy exigentes y es un honor que nuestras piezas les gusten porque en Japón tienen una tradición milenaria por la cerámica”.
El artesano Servín se siente halagado. Y feliz en su oficio.
Durante 40 años ha trabajado para crear una técnica única con diseños exclusivos que lo han posicionado como un artista. Su misión es dejar como legado una ciudad de artesanos guanajuatenses, y ha dedicado sus días a compartir sus conocimientos y técnicas.
Hoy día, hay 20 talleres a nivel nacional, y 4 en La Purísima, en Tarandacuao, una comunidad en las orillas de Guanajuato ya reconocida como un centro ceramista de alta calidad mundial. Avalado por los japoneses.