Por Juanjo Cabello
Se llama Romy McCloskey. Vive en Texas. Y es la inesperada protagonista de esta hermosa historia que se ha hecho viral. Pegamento, tijeras, bastoncillos de algodón, polvos de talco, unas pinzas y el ala de una mariposa muerta. Con estos materiales y mucha paciencia, la joven McCloskey logró colocar el injerto, sin causar dolor ni sufrimiento alguno a su delicada paciente.
El trasplante, que relató paso a paso y con fotografías, fue un éxito rotundo y la bonita historia se ha hecho viral. “Justo antes de morir, hace casi 20 años, mi madre me dijo que cada vez que viese una mariposa recordase que está a mi lado y que me ama”.
La operación ha dejado una pequeña señal a la mariposa. Se trata de un macho, por lo que sus alas deben tener un punto distintivo en la parte inferior. El insecto operado sólo tiene ahora esa marca en una de sus alas. Seguramente tampoco podrá volar con tanta fluidez como sus compañeras, pero como puedes ver en las imágenes no hay punto de comparación entre su estado antes y después de pasar por el ‘quirófano’. Su madre se sentiría orgullosa de ver hasta dónde ha llevado Romy su amoroso mandato.