Expreso mi cordial agradecimiento a la revista Kokó México por abrirme un espacio una vez más para compartir algunas reflexiones con sus lectores. Igualmente, les expreso mi reconocimiento porque el mes de noviembre cumplen tres años de contar las historias que unen a japoneses y mexicanos.
Recordar los lazos que hemos logrado formar en muy corto tiempo, nos hace sentir que somos vecinos cercanos, socios, y, sobre todo, amigos. Ambos pueblos sabemos lo que es enfrentar adversidades y nunca darnos por vencidos. Las dos naciones provenimos del campo, tenemos una fuerte vocación agrícola. Sabemos preparar la tierra, sembrar la semilla y cuidarla hasta obtener el fruto que anhelamos.
Somos una sociedad de puertas abiertas al mundo para enriquecernos mutuamente. Esto lo hemos entendido en Guanajuato desde hace muchos años, y uno de los principales resultados fue el dinámico clúster automotriz que hoy es orgullo de nuestra región. Ahora trabajamos para consolidar los lazos entre León y Japón, con muy buenos resultados. Por ejemplo:
La instalación del Consultado de Japón en León, la llegada de los Bancos de Tokio y Mizuho, así como festivales culturales, turísticos y gastronómicos. Mención especial merece el Festival de Hiroshima, en el que conmemoramos 4 años de amistad con un intercambio cultural y gastronómico.
Las exitosas Ferias del Empleo Japón-León, un proyecto de Formación de Recursos Humanos para la Industria Automotriz y la creciente llegada de inversiones. Tan sólo de 2015 a 2019, León cuenta con 16 nuevas empresas japonesas concretadas.
Pero lo que nos une a Japón no es una relación únicamente económica, queremos integrarnos, realmente fundirnos en una verdadera comunidad.
Con el mismo cariño que se siembra una semilla, vamos a seguir desarrollando esta hermandad, con paciencia y cuidado, a sabiendas de que los frutos que se darán serán de largo plazo.