Por Eunice Mendoza
El japonés Shusuke Watanabe, originario de Tokio, se aventuró en un viaje de tres meses en barco, con destino a México, en busca de una nueva vida. Shusuke Watanabe aprendió español durante el viaje y al desembarcar, comenzó a trabajar como sastre. Shusuke Watanabe llegó a la ciudad de México, donde conoció a una indígena mexicana de origen otomí. Shusuke Watanabe y Micaela García, formaron una familia y tuvieron tres hijas, la mayor de nombre Elena. Shusuke Watanabe murió muy joven dejando a su hija mayor huérfana a los 6 años de edad.
“Estos son mis orígenes. Elena es mi madre y Shusuke Watanabe es mi abuelo”, cuenta Jorge Ramos Watanave, un prestigiado ingeniero de ojos rasgados y amante de la puntualidad.
Resiliente por naturaleza, estructurado por su profesión, y amante de la comida japonesa por tradición, definen al mexicano Jorge Ramos, un nikkei que se reencontró con sus orígenes japoneses a su llegada a tierras guanajuatenses.
Jorge Ramos ha sido testigo de la mayor migración japonesa en los últimos años.
“Cuando yo llegué a Guanajuato había solo como dos empresas japonesas”, cuenta con entusiasmo.
“Con la llegada de las armadoras, comencé a sentirme más cerca de Japón. Aquí me interesé más por conocer mi ascendencia y tomé algunas clases de japonés”.
El ingeniero Watanave, como se le conoce en el medio académico y profesional, quiere conocer el país de su abuelo y aprender de cerca sobre la cultura japonesa.
Por lo pronto, Jorge Ramos Watanave forma parte del equipo que trabaja en la organización de la comunidad nikkei que vive en Guanajuato.
Está muy cercano a las actividades que organiza el Consulado de Japón en León, asiste a las reuniones nikkei en el país, y busca la cercanía y el reencuentro con sus raíces japonesas.
“Me identifico mucho con la resiliencia de los japoneses. Ellos tienen la capacidad de resistir ante la adversidad y salir adelante. Han vivido en situaciones difíciles y luchan sin darse por vencidos”, dijo.
El ingeniero Watanave creció en un ambiente precario. Sus padres, de origen humilde, salieron adelante a base de trabajo y esfuerzo. “Nos dieron educación aunque ellos no tuvieron la oportunidad de terminar ni la primaria. Nos enseñaron a salir adelante con tenacidad y ahora mi esposa y yo hemos transmitido esos valores a nuestros hijos”.
Watanave está orgulloso de su origen mexicano. Y ahora quiere rescatar y aprender de la cultura japonesa, la herencia de su abuelo.