El bolillo es un pan muy popular en México. Es indispensable para preparar las tradicionales tortas mexicanas, algunos postres y hasta se usa como ingrediente del tradicional mole poblano.
Por Larissa Torres
El bolillo es pequeño y ovalado, similar al pan francés. Está hecho con 4 ingredientes principales: harina de trigo, levaduras, agua y sal. Su sabor es ligeramente salado.
Es dorado y crujiente por fuera y de color blanco y suave por dentro. En México, el relleno del bolillo se le conoce como migajón.
Con el bolillo se preparan las tradicionales tortas mexicanas y los molletes.
Fue uno de los primeros panes con trigo que se hicieron en México. Era una pieza consumida principalmente por la clase baja, debido a su precio accesible. En la actualidad, el bolillo es consumido por todos los mexicanos.
Se originó en la época del Porfiriato (una etapa en México donde Porfirio Díaz fue presidente del país por 30 años y tenía mucha influencia francesa) cuando se imitaba a la panadería francesa, es decir, se buscaba un pan horneado con corteza crujiente e interior esponjoso.
Conforme el tiempo fue transcurriendo, la panadería mexicana desarrolló más formas, sabores y presentaciones de pan salado.
Hay variedades de bolillo con diferentes nombres.
El birote
Es una variedad que se hornea hasta quedar dorado. Es más alargado como una barra, mide desde 15 centímetros hasta un metro y medio de longitud. Posee un sabor distinto a los demás, ligeramente agrio, aunque también se vende dulce. El birote se produce particularmente en Guadalajara Jalisco.
La telera
Es un pan blanco de forma casi circular, aplanada y con una corteza suave, divida por tres líneas. Mide aproximadamente de 10 a 15 centímetros de largo. Su nombre significa tres hileras o figura larga y redonda.
El bolillo y sus variantes de pan mexicano se venden en cualquier tienda mexicana o panaderías, donde cada 20 minutos salen del horno calientitos. Los costos son accesibles, van desde los 2 a 6 pesos por pieza, dependiendo del tipo y el tamaño.
“Bolillo para el susto”
Los mexicanos acostumbra a “comer un bolillo para el susto”. Es una creencia popular para combatir el susto, es decir, la reacción repentina causada por el miedo cuando percibimos algún peligro.
Ante el susto, el cuerpo segrega jugos gástricos que ocasionan acidez, sensación de vacío en la panza o hasta nauseas.
Comer un bolillo después de un susto, realmente no quita el susto, pero si ayuda a asentar el estómago y aliviar la sensación de hueco en el estómago.